2 oct 2017

DEF LEPPARD - Luna Park 2017

DEF LEPPARD
LUNA PARK
28 de setiembre de 2017



Si uno supera la primera mueca, DEF LEPPARD es una banda disfrutable

Una primera mueca que trae la historia, esa que involucra a los de Sheffield en la New Wave of British Heavy Metal al lado de Iron Maiden, Saxon y el Judas Priest post "British Steel", pero de la que ellos se despegaron cuando Mutt Lange entra en sus vidas para mandarlos al éxito con Pyromania (1983) y donde sus melenas sufren una importante metamorfosis, en sintonía con su música, casi dando inicio a una era, tan redituable como criticada, la del HairMetal



Si a eso le sumamos una prolijidad desmesurada para una banda de rock con dos guitarristas, la voz de Joe Elliot como salida de un compact disc recién abierto y el arsenal que esconde Rick Allen debajo de sus talones, pasan las 3 primeras canciones y uno no sabe si está viendo un vivo o un DVD en la casa

Pasado ese estadio mental inicial, uno entiende que no en vano estos tipos tienen 40 años de carrera, que nunca se separaron y que en gira contínua, el sonido de la banda esta mas aceitado que el cuerpo de Phil Collen

Puede también que mas allá de algún truco desde la consola, el habitual efecto bola de sonido del Luna tal vez haya ayudado a sentir que la avalancha que venía desde los parlantes en algún momento podía someter nuestros oídos


Volumen alto y duro que a la cabecera llegaba sin dejar distinguir el bajo de Ric Savage de los bombos de Allen y que metía la voz de Elliot dentro de una asepsia, como si los años no hubieran pasado para el vocalista (cada día para parecido a ser un hermano mellizo de Simon Le Bon)

Con un campo demasiado ancho para la gente que había y el resto en un decoroso 70 u 80%, Leppard salió a pegar de entrada y tirar toda su historia arriba de un escenario dispuesto para que todos pudieran lucirse: “Lets Go” del último disco tiene el ADN de Hysteria (1987) asi que nadie nota la diferencia de época cuando la pegan con “Animal”, primera de las generosas 7 canciones del disco que los mandó a la estratosfera


Uno debe ser agradecido de poder ver todavía a una dupla de violeros como Phil Collen y Vivian Campbell (pirotecnico el primero, mas clasico el segundo) pero sale con la sensación de que pasará  con el rock cuando tipos como estos se bajen de las giras, en tiempos donde ya no hay guitarras ni solos en el pop-rock

“Love bites” ese lentazo que los llevó por única vez al tope del Hot 100 sube la temperatura pero hace bajar la adrenalina, sobretodo cuando atrás la enganchan con una nueva (“Man enough”) y un cover, de “Rock on”, viejo rockito de David Essex, canción de cuando ellos empezaban y que incluyeron en su álbum de versiones.

A partir de ahí ya no hay baches: “Rocket”, la genial “Hysteria” y el himno “Pour some sugar on me” para cerrar, mezcladas con "Bringin on the heartbreak” (una de las primeras baladas de rock duro de la historia), el instrumental “Switch 69” para lucimiento de los guitarristas (que tocan sin pedaleras en el escenario, con lo cual inferimos que detrás de escena hay un guitar man pisándolos por ellos, sobretodo para Collen) y el fiestero “Lets get rocked”, increíblemente la única elección de Adrenalize (1992)

Para los bises dejan dos de sus primeros hits, “Photograph” y “Rock of ages”, no sin antes hacer lugar a la ovación de la noche para Rick Allen, el tipo al que una amputación de brazo lo redefinió como baterista. Esta vez la ubicación de quien suscribe permitió ver con mayor claridad el control ejercido desde sus dos piernas para ejecutar tachos y bombos, dejando para su mano derecha el golpe en los platillos (ubicación que también dejaba ver tras el decorado a Phil Collen arreglándose y mirándose en un espejo cual Adonis del Rock mientras su compa hacia su solo)

No hay más, una hora y media tan protocolar que enfada un poco,
pudiendo haber regalado algún momento acústico como hicieron en su primer show en Bs As, 20 años atrás, y dejar a la monada completamente satisfecha

Sonrisa en las bocas metaleras y del rock duro, DEF LEPPARD pasó por Argentina dejando un set corto pero poderoso, a la altura de su historia


Fotos cortesia de Gustavo Laurino

16 sept 2017

Nile Rodgers + CHIC - Gran Rex 2017


NILE RODGERS + CHIC
Teatro Gran Rex – 12 y 13 de Setiembre

Pocos tipos en el mundo de la música tienen el status de Nile Rodgers
Pero son aun menos los que su influencia se extiende tanto por su legado musical de compositor e intérprete como el de productor de creatividades ajenas

El segundo paso de Rodgers por Buenos Aires dejó en claro ambos aspectos de su carrera
En la última década la vida del hombre de las rastas que parecen trenzas (o es al revés?) se vio alterada nuevamente en su rumbo: su nombre volvió a estar asociado a la palabra “hit”, su guitarra coloreando cuanta colaboración le fuera ofrecida  y su vida pendiendo de un hilo por un cáncer tomado lo suficientemente a tiempo

En realidad, lo mismo que en aquella primera década de carrera comercial: hits propios con Chic, ajenos (escritos para Diana Ross, Sister Sledge), producciones para Jagger, Madonna, Bowie,   Thompson Twins, INXS, Sheena Easton y su guitarra yendo del R&B (Philip Bailey y Al Jarreau) al pop (Deborah Harry) y al rock (Jeff Beck) sin límites. 
Limites que tampoco tenía su vida yendo de estudio en estudio, cargando una adicción que lo puso adentro de un placard con una espada de samurai de tanta paranoia, para un tipo que sin saberlo había puesto la piedra angular del rap y el hip hop con la base de “Goodtimes” saqueada sin consentimiento por los esposos Robinson y los Sugar Hill Gang

Una década después, ya en los 90, esa marca permanecía firme en dosis iguales de influencia (Jamiroquai), producciones exquisitas (el “Black tie White noise” con Bowie en el 93 es el mejor ejemplo) y sampleos (Will Smith e infinidad de canciones bailables) pero ya la cara de Nile dejó de aparecer. Y para peor, su hermano del alma y socio Bernard Edwards se muere la madrugada siguiente a un show en Japón.

Rodgers relató en el escenario, ambas noches, como el llamado de dos franceses le había llegado en el momento justo de su vida, en pleno tratamiento, para crear “Get lucky”
No hizo referencia a los otros dos franceses, Modjo, que lo habían devuelto al mundo pop en 2001 cuando con mucho talento tomaron una canción poco conocida de Chic como "Soup for One" y acelerando el riff la transformaron en “Lady”, uno de los hits de ese año, perfectamente ensambladas en el show

Y de eso se trata el espectaculo de CHIC, de hilvanar casi en forma pedagógica, a veces hasta siguiendo una cronología, los hits que hicieron grande a Rodgers: los que compuso, los que interpretó y los que produjo
El desfile abruma: “Everybody dance” y “Dance dance dance” invitan a levantarse de la butaca, obedeciendo el pedido del anfitrión y uno entra en ese viaje como copiloto subido a un DeLorean con el stereo al palo
Cierran la trilogía con la hermosa “I want your love” guiados por la poderosa garganta de Kimberley Davis y caemos en la cuenta que la dupla de vientos no es la habitual de Bill Holloman y Curt Ramm sino que para esta gira vino con dos integrantes nuevos, lo cual para una banda de funky soul es como si a un equipo de futbol le cambien los dos marcadores centrales al mismo tiempo. Pero claro, los suplentes son de una competencia absoluta y el saxofonista Brandon Wright hasta se gana un par de ovaciones

Después pasamos a la clase de historia pop, casi a la manera de Jack Black con sus alumnos de Escuela de Rock, que comienza con un par de hits para Diana Ross, 4 para las hermanitas Sledge (incluyendo ese temazo que es “Thinking of You” y una versión picante de “Lost in music”), “Like a virgin” de Madonna y “Notorious” de Duran Duran y la citada “Lady”
Pero cuando lo que si te pones en quisquilloso parece convertirse en una gran banda de covers (Folami, la otra cantante no tiene registro ni carisma para empardar a Madonna y en “Notorious” las chicas unidas no pueden estar  a la altura del groove ), la alquimia vuelve a florecer cuando regresa el CHIC puro: “My feet keep dancing” y  sobretodo “My forbiden lover” son dos irresistibles construcciones rítmicas y dan pié para el lucimiento colectivo: las ladies armonizan como sirenas lujuriosas y el bajista JERRY BARNES hace levantar a la platea
Difícil tarea la de BARNES en reemplazar a Edwards. Lo suple con mucho de virtuosismo y eficacia, aun a riesgo de desbordarse (y más si como el martes se pelea media hora con su cable y su amplificador), metiendo mas dedos de lo que las líneas creadas por uno de los mejores bajos de la historia tocaron, embarcándose con Nile en duelos de velocidad casi al borde de mezclar un funk venenoso tocado con actitud punk
Rodgers no sale nunca de escena, durante las dos horas clavadas de show. Casi como una declaración de principios de vieja escuela, no hay salidas demagógicas pidiendo bises, aun cuando el espectáculo parezca una celebración de su propia vida
Para el final, guarda los dos anchos y un siete bravo: “Lets Dance” de Bowie, cantado implacablemente por el baterista y arengador oficial RALPH ROLLE
Ya para el cierre, “Le Freak” y “Goodtimes” nos devuelven dos clásicos inoxidables, con invasión controlada de publico al escenario incluida, donde el concepto que el neoyorkino repite durante la noche se reafirma: “Somos CHIC, una banda de musica soul-funk-R&B-bailable”

Si en algo puede caersele a Rodgers es en su síndrome parecido al de sus grandes amigos Duran Duran: el de no haber sido reconocida su música (la propia, la de Chic) en su momento y sus producciones tildadas de efectistas y comerciales

Entonces tiene la necesidad de repasar su curriculum estelar noche tras noche, dejando de lado canciones geniales de la carrera de CHIC en pos de que la fiesta no decaiga y las credenciales se le revaliden

Rodgers no necesita de solos kilométricos y hasta por momentos parecería que su mano izquierda estuviera apoyada siempre en el mismo lugar del diapasón

El tema es su mano derecha. Esa es la que marca todos los tiempos, la que no se toma descanso, ese pistón que trabaja a destajo, como el corazón que bombea ritmo, groove y un swing como la música pop no ha conocido otro igual mientras el sonido de su Stratocaster inunda de funk todo el Rex


El publico agradecido, con una sonrisa y con la certeza de haber visto a una leyenda

2 abr 2017

Duran Duran - Lollapalooza Argentina 2017

DURAN DURAN
Lollapalooza 2017
Hipódromo de San Isidro




Uno siguiendo el derrotero de DURAN DURAN de los últimos 10 años podía aventurar esta situación
La banda hace años que viene girando por el mundo reclamando el reconocimiento que no le fue dado en su primera década de vida, la de los días dorados, de la histeria adolescente, de los posters de revista
La paradoja es que para ello, dan cuenta de los mismos argumentos por los cuales en aquellos tiempos fueron ninguneados y hasta despreciados: las canciones
Aquellas canciones que venían en un envase que a la crítica y una gran parte del público espantaba: videos suntuosos y exóticos, toneladas de tintura y spray y tipos demasiado lindos para ser músicos

En aquellos 80s influenciados por la estética, quedaba mucho mejor darle crédito al rock ampuloso pero comprometido y eficaz de U2 o a la evolución sin muchos riesgos de The Cure
Para Duran Duran estaba reservado solo la parte central de las revistas: la del poster que vendía toneladas

Hacia 1993 y aquel Wedding Album, la banda encontró la primera redención en forma de disco, en gran parte gracias a dos canciones (Ordinary World y Come Undone) que poco tenían que ver con el sonido que los hizo famosos pero mucho que ver con la intención manifiesta de cambiar mostrada históricamente en cada parada de su discografía
Hoy, esa búsqueda permanece en cada disco nuevo de cada lustro desde el regreso al quinteto original en 2003, potenciado aun más desde la (segunda) salida de Andy Taylor, su guitarrista insignia

Claro, lo que pasó en el camino es que acumularon tal cantidad de hits y de clásicos que les es muy difícil despegarse de ellos y lo que para los fans puede sonar a hastío en el repertorio elegido, para los ocasionales transeúntes de un festival de 100.000 personas suena a una aplanadora mortal de canciones que siempre escucharon en la radio y tal vez nunca supieron quien las cantaba
Para LeBon, Rhodes y los Taylor John y Roger estos festivales son como para un padre engancharse en un partidito de futbol con los amiguitos de la primaria de su hijo: roban pelotas sin esfuerzo, la pisan para todos lados sin que se la puedan sacar, hacen goles tocándola despacito contra el palo y se divierten como niños mientras los nenes le dicen “Señor, déjenos jugar a nosotros!”
Es que asi fue la sexta visita del cuarteto al país, subidos a un festival donde obran de enlace generacional para que se justifique el Lollapalooza Kids y donde le llevan años y kilómetros de experiencia a todo el lineup (Metallica incluido)
Por eso no sorprende ver a John Taylor tocar más acordes en un solo estribillo que el bajista de los neopunkies de estadios Catfish and the Bottlemen en una hora de performance.

Entonces los tíos mayores salen y ganan con la camiseta (en esta ocasión, de colores estridentes) aun antes de patear los primeros tres tiros al arco: Wild Boys, Hungry like the wolf y A view to a kill, todos bombazos a los ángulos dejando al público boqueando como pececito recién sacado del agua
Toman un poco de aire con la prescindible Last Night in the City (de su último álbum) pero otro ataque certero, ahora con mucho mas onda y estilo, como si Ronaldinho tirara paredes con Messi:  Notorious y Pressure Off prenden fuego el escenario, comandados por el impiadoso groove de John Taylor y sostenidos por Anna Ross y Erin Stevenson, que cierran el círculo funky con sus coros
Se ríen, tiran gestos a las vallas y en el medio de Planet Earth (su primer hit) aprovechan y pagan ellos su tributo a David Bowie interpolando Space Oddity dejando a  miles de cabecitas a punto caramelo para que Ordinary World siga siendo una caricia a los oídos, una perla sin tiempo, un mazazo al cuore sin distinción generacional

No hay respiro. Duran Duran hace lo mismo de siempre pero el contexto es diferente. Nick Rhodes es el gurú catalizador de las energias y las transforma cual Dr Emmet Brown en cascadas donde confluyen efectos, arpegios, colchones sonoros y sobretodo, el sostén conceptual.  Simon LeBon habla menos y ejecuta mejor, no erra un solo pase (es un clásico  argentino que olvide alguna letra) y sabe que con un gesto o una mueca se mete en un bolsillo a 100.000, tan fácil como para un mago hacer aparecer un conejo

Es un festival, el tiempo apremia y ellos siguen tirando Tramontinas al corazón (y a las patitas): I Dont Want Your Love, poderosa, debutando en Argentina en su versión original (la habían hecho en 2005 en versión rocker usando solo el estribillo y en una reversión más corta en 2008  usando "Sign o´the times" de Prince como base), la innecesaria White Lines (pasan las giras, pasan los jugadores y WhiteLines no se mueve) para rubricar la faena con Sunrise (a la hora señalada por febo) y Girls on Film

Hacen que se van y cuando vuelve, todo se transforma en una misa, pero en una misa duranie: LeBon pide luces de celular como cirios pascuales y nos bendice con su oración y plegaria Save a Prayer
Para cuando entre John y Roger Taylor entrelazan esa fabulosa telaraña new wave en la intro de Rio (Simon Willenscroft tiene el honor de tocar una de los mejores solos de saxo de la historia pop) ya la victoria es por goleada: saltan los fanáticos cuarentones, aplauden los millenials que fueron por los DJs y los que esperan por The Weeknd, lluvia de papelitos, fin de fiesta (dejando fuera del set una decena de hits mas como para hacer un show diferente) y el argumento más sólido para que las reseñas del día después se llenen de lugares comunes hablando de “los chicos salvajes” “el pop que no envejece” “la sorpresa del Lollapalooza” y demás huevadas

Ellos ya lo habían adelantado: “Participar en Lollapalooza es nuestra forma de llegar a las nuevas generaciones”. Tal vez el fanático no merece pagar 2000 pesos por un festival que no le es afín y sus rodillas cansadas de levantar hijos no están para aguantar la parada de horas de amansadora

Mucho menos hay espacio para entender que esos millares de chicas de secundaria y es@s apenas veinteañeros son lo que ellos eran 3 décadas atrás

Hasta en eso ganó Duran Duran. Su fanaticada fue igual, con muchos pelos menos pero mas mañas que cualquiera y los miles que se acercaron al Stage 2, se encontraron que por detrás de esa máquina de hits que sus padres y tíos escuchan día a día en Aspen hay una historia grande de cultura pop de la cual Duran Duran es maestro y titular de cátedra hace años