LUNA PARK
28 de setiembre de 2017
Si uno supera la primera mueca, DEF LEPPARD es una banda disfrutable
Una primera mueca que trae la historia,
esa que involucra a los de Sheffield en la New Wave of British Heavy Metal al lado de Iron
Maiden, Saxon y el Judas Priest post "British Steel", pero de la que
ellos se despegaron cuando Mutt Lange entra en sus vidas para mandarlos al
éxito con Pyromania (1983) y donde sus melenas sufren una importante
metamorfosis, en sintonía con su música, casi dando inicio a una era, tan redituable como criticada, la del HairMetal
Si a eso le sumamos una prolijidad
desmesurada para una banda de rock con dos guitarristas, la voz de Joe Elliot como salida de un compact
disc recién abierto y el arsenal que esconde Rick Allen debajo de sus talones, pasan las 3 primeras canciones y
uno no sabe si está viendo un vivo o un DVD en la casa
Pasado ese estadio mental inicial, uno
entiende que no en vano estos tipos tienen 40 años de carrera, que nunca se
separaron y que en gira contínua, el sonido de la banda esta mas aceitado que
el cuerpo de Phil Collen
Puede también que mas allá de algún truco
desde la consola, el habitual efecto bola de sonido del Luna tal vez haya
ayudado a sentir que la avalancha que venía desde los parlantes en algún
momento podía someter nuestros oídos
Volumen alto y duro que a la cabecera
llegaba sin dejar distinguir el bajo de Ric
Savage de los bombos de Allen y que metía la voz de Elliot dentro de una
asepsia, como si los años no hubieran pasado para el vocalista (cada día para
parecido a ser un hermano mellizo de Simon Le Bon)
Con un campo demasiado ancho para la gente
que había y el resto en un decoroso 70 u 80%, Leppard salió a pegar de entrada
y tirar toda su historia arriba de un escenario dispuesto para que todos
pudieran lucirse: “Lets Go” del último
disco tiene el ADN de Hysteria (1987) asi que nadie nota la diferencia de época
cuando la pegan con “Animal”, primera
de las generosas 7 canciones del disco que los mandó a la estratosfera
Uno debe ser agradecido de poder ver
todavía a una dupla de violeros como Phil Collen y Vivian Campbell (pirotecnico el primero, mas clasico el segundo) pero sale
con la sensación de que pasará con el
rock cuando tipos como estos se bajen de las giras, en tiempos donde ya no hay
guitarras ni solos en el pop-rock
“Love
bites” ese lentazo que los llevó por única vez
al tope del Hot 100 sube la temperatura pero hace bajar la adrenalina,
sobretodo cuando atrás la enganchan con una nueva (“Man
enough”) y un cover, de “Rock on”, viejo rockito de David Essex, canción de cuando ellos empezaban y que incluyeron en su álbum
de versiones.
A partir de ahí ya no hay baches: “Rocket”, la genial “Hysteria” y el himno “Pour
some sugar on me” para cerrar, mezcladas con "Bringin on the heartbreak” (una de las primeras baladas de rock duro de la historia), el instrumental “Switch 69” para lucimiento de los guitarristas (que tocan sin
pedaleras en el escenario, con lo cual inferimos que detrás de escena hay un
guitar man pisándolos por ellos, sobretodo para Collen) y el fiestero “Lets get rocked”, increíblemente la
única elección de Adrenalize (1992)
Para los bises dejan dos de sus primeros
hits, “Photograph” y “Rock of ages”, no sin antes hacer lugar
a la ovación de la noche para Rick Allen, el tipo al que una amputación de
brazo lo redefinió como baterista. Esta vez la ubicación de quien suscribe
permitió ver con mayor claridad el control ejercido desde sus dos piernas para
ejecutar tachos y bombos, dejando para su mano derecha el golpe en los
platillos (ubicación que también dejaba ver tras el decorado a Phil Collen arreglándose
y mirándose en un espejo cual Adonis del Rock mientras su compa hacia su solo)
No hay más, una hora y media tan
protocolar que enfada un poco,
pudiendo haber regalado algún momento acústico
como hicieron en su primer show en Bs As, 20 años atrás, y dejar a la monada
completamente satisfecha